Una historia de terror y campañas de navidad.

Tengo una amiga con la que suelo hablar de trabajo porque ella también tiene negocio propio. Siempre me dice que tengo unas ideas geniales, pero ya sabéis que los halagos se agradecen pero a muchos nos cuesta creerlos… jajaja

El caso es que mientras le estoy explicando una duda o un problema, siempre me hace tres preguntas. Siempre las mismas. La primera es: «¿Qué es realmente lo que te gustaría hacer?», la segunda es: «¿Y eso quién lo ha dicho?» y por último me pregunta: «¿Qué harías si no tuvieras miedo?».

Te cuento a qué viene esto. Los productos estrella que tenía pensados para la campaña de navidad llegaron TODOS defectuosos. ¡HORROR! Teniendo en cuenta los retrasos que sufrió el pedido por el consabido caos generalizado de transportes que hay ahora mismo y lo que iba a tardar mi proveedor en gestionar la incidencia y la consecuente devolución y reposición, me quedaba casi sin tiempo material y tenía que decidirme rápido.

¿Qué es lo que realmente quería hacer?

Pues verás. Yo no sé si mi proveedor es consciente de que mi nivel de exigencia tanto en la calidad como en el precio y diseño de los productos, es directamente proporcional a tu nivel de exigencia. Que no es un capricho mío, vamos. Porque como siempre les digo a todos mis proveedores, si tú vienes a comprar una taza a mi tienda, es porque quieres encontrar esa taza que no encontrarás en un bazar chino, ni en una librería, ni en una tienda de fotografía (y es que sí, ahora todo el mundo vende tazas).

Tengo 2 tiendas y ambas son pequeños comercios. Tanto mi tienda en Logroño, como mi tienda Online. Y NO puedo permitirme clientes decepcionados ni descontentos porque en ambas, lo que me ha hecho sobrevivir a pesar de las crisis y los tiempos de pandemia, ha sido mi clientela fija y el boca a boca. Literalmente, me va el pan en ello.

Así que lo que realmente quería hacer yo, era devolver todos los artículos y a tomar por… No quería ceder. No quería el descuento que me ofrecía el proveedor si me quedaba el pedido. No quería «colarles» a mis clientes, un producto que yo sabía que no era el adecuado.

Pero claro, ¿cómo iba a conseguir productos navideños de otro proveedor con tan poco tiempo? Tenía que elegir rápido entre catálogos en los que ahora quedaban «restos». Además, los productos que ya tenía preparados para completar la campaña, tampoco eran nada navideños… Botellas termo estilo provenzal, grandes tazones en colores terracota, tazas mágicas… ¡Necesitaba un stock de productos navideños sí o sí!

Pero… ¿Quién lo ha dicho?

Ciertamente, las tazas de renos, de Santa Claus o de muñecos de nieve, parecen imprescindibles pero ¿quién dice que realmente mi clientela necesita verlos en el escaparate sí o sí para entrar en mis tiendas?

¿Qué me dirías si en vez de las típicas tazas de navidad, te ofreciera una serie de artículos sin dibujos de arbolitos de navidad, bolitas, ni espumillón, que puedas usar todo el año o te recuerden inevitablemente a la persona maravillosa a la que quieres hacer un regalo?

¿Por qué es tan descabellado? ¿Quién ha dicho que tenga que vender a la fuerza té de navidad, tazas de navidad, botellas de navidad, teteras de navidad…?

¿Qué haría si no tuviera miedo?

Respuesta: Buscar las tazas «no navideñas» más exquisitas y preciosas del mundo y mandar a la porra el pedido fallido.

Pues eso es exactamente lo que he hecho.

Por eso, en pleno invierno y en plena temporada navideña, yo te traigo «Pedacitos de verano». En vez de nieve, un estallido de flores. En vez de renos, pájaros y mariposas. En vez de productos defectuosos, la mejor porcelana fina que he encontrado.

¿Me estoy equivocando?

No creo. ¡Espero que no!. Aunque siempre cabe esa posibilidad… ¿A ti qué te parece? Tendremos que esperar a mediados de enero para saberlo con seguridad jaja. Quizás escriba otro post para contarte cómo terminó la historia.

De momento, te muestro las maravillosas tazas de porcelana que seleccioné, esperando que te gusten y… ¡que las compres!

Gracias por pasarte por aquí y por leer mis historias sobre la vida de un pequeño comercio. ¡Eso también es apoyo y se agradece siempre!

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